Existen
muchas investigaciones sobre el desarrollo de algún tipo de conciencia que
puede desarrollar un feto en el vientre.
El
Doctor Thomas R. Verny descubrió que el
bebé en útero tiene el potencial neurológico suficiente como para que podamos
hablar de una rudimentaria forma de conciencia y que los primeros y delgados
fragmentos de la memoria comienzan a organizarse en el cerebro fetal alrededor
del tercer mes de gestación.
Otras
investigaciones retrasan el recuerdo de la memoria a partir del sexto mes e
incluso otros investigadores hablan de que es en el octavo cuando el bebé tiene
atisbos de conciencia, pero en general, la comunidad científica acepta que es a
partir del cuarto mes cuando el bebe posee un grado, aún primario, de
conciencia y tiene memoria y puede recordar .
Los
avances científicos que versan sobre el conocimiento del bebé en el útero nos
van dando información sobre los circuitos cerebrales a nivel de células y
moléculas nerviosas y se sabe que en el comienzo de la vida, el futuro cerebro
ya posee material neuronal que inunda todo el embrión.
Esas
neuronas comienzan a multiplicarse a una velocidad de vértigo, a una velocidad
de 250.000 por minuto y durante todo el tiempo de gestación y van agrupándose
en el cerebelo y el córtex, donde nacen el pensamiento y la percepción. Las
células neurales van recolocándose hasta llegar a su destino para poder hacer
conexiones.
El
doctor Verny a raíz de sus descubrimientos, desarrolló un programa de estimulación prenatal en su libro “el
vínculo afectivo con el niño que va a
nacer” en el que los padres participan activamente y ponen en práctica diversas
técnicas para comunicarse con su hijo y favorecer su desarrollo, en las cuales
la música juega un papel muy importante, teniendo en cuenta los aspectos
afectivo y de la creación del vínculo padres-hijo, con el objetivo de que los
bebés sientan el amor de sus padres, se sientan continuamente envueltos en un
arrullo amoroso y puedan crecer felices y seguros.
El
doctor Anthony Decasper, como tantas otras experiencias al respecto, demostró
que el recién nacido es capaz de reconocer la voz de la madre.
Apoyando
la tesis de una habituación o memoria del feto, son numerosos los estudios
realizados. Ando y Hattori estudiaron
una población de recién nacidos que vivieron cerca de un aeropuerto constatando
que un tanto por ciento elevado de niños que pasaron toda su etapa prenatal
escuchando el ruido de los aviones al despegar o aterrizar, después de nacer no
se sentían molestos ni despertaban del sueño por ese ruido. En cambio entre los
que vivieron solo parte de su etapa prenatal cerca del aeropuerto sí que hay
evidencias de sentir el ruido y su despertar del sueño con llanto. Cuanto menor
era el periodo que vivieron al lado del aeropuerto, mayor era la tasa e niños
que se despertaban llorando.
En
nuestra memoria fetal se graban recuerdos que más adelante afloran. Esto es lo
que denota la historia de director de orquesta Boris Brott, quien en
determinadas composiciones que preparaba con su orquesta, en la parte de
violonchelo, sin haberlas visto antes nunca, le resultaban conocidas en tanto
las dirigía como si ya le fueran conocidas. La razón tuvo una explicación
cuando la madre de este director de orquesta le confirmó que determinadas
piezas musicales que su hijo dominaba de
manera increíble, habían sido estudiadas e interpretadas por ella durante su embarazo.
También
patente es el caso de los músicos Arthur Rubinstein y Yehudi Menunhin quienes
afirman que su interés por la música les llegó desde antes de nacer, a través
de experiencias musicales vividas en su etapa prenatal. Son numerosas las
personas que afirman tener recuerdos, capacidades y cualidades que han sido
adquiridas durante su etapa gestacional.
Científicos
reunidos por el instituto Esalen han comentado que bajo hipnosis o experiencias
con determinadas drogas, muchas personas han recordado experiencias prenatales.
Estos recuerdos, a veces unidos a experiencias negativas, al emerger del
recuerdo, han terminado por aliviar e incluso hacer desaparecer determinados
problemas grabados en el subconsciente en la etapa prenatal. El doctor Stanislav
Grof, cuenta una experiencia que revivía el trauma de la asfixia en un adulto
que al nacer tuvo problemas con el cordón umbilical alrededor del cuello que
casi le cuesta la vida al nacer.
Hoy
en día se habla de la memoria celular en el cerebro del embrión y cada vez son
más los expertos que investigan y convienen sobre la importancia de esta etapa
en la formación del carácter y la personalidad y del futuro de cada ser humano.
Como
dice Begoña Ibarrola en su libro “Música para antes de nacer”, La envoltura
sonora prenatal que rodea al feto constituye un entorno que será grabado en su
memoria rudimentaria. Esta memoria es contemporánea de una vida fácil, segura y
nutritiva, y de una sensación de apaciguamiento. Es lo que explica la reacción
de los recién nacidos que se calman instantáneamente cuando oyen los sonidos
del latido cardiaco. En las unidades de prematuros han constatado que no solo
se calman y dejan de llorar, sino que ganan más peso.
Estudios
del doctor Tomatis a partir de experiencias del doctor V.E. Negus, la
elaboración del lenguaje en el niño necesita de una elaboración de la
asociación auditiva y fónica, de una estimulación permanente que estructurará
más adelante el lenguaje, así pues, la adquisición del lenguaje en el niño
puede ser estimulada desde el momento de la gestación por la voz de la madre.
Si ella le habla, él escucha, y lo que escucha se convertirá en base y
cimientos de lo que más tarde será su lengua materna.
A
partir del 6º o 7º mes el feto no solo es capaz de crear respuestas a estímulos
sensoriales, sino que también puede llegar a “memorizarlos” En este momento no
solo conoce perfectamente la voz de su madre entre muchas que pueda oír, sino
que puede reconocer también la de su padre, siempre que utilice como canal a la
madre. No solo memoriza los sonidos, sino que también memoriza los ritmos que él
ha percibido antes de su nacimiento y que ajustará en su memoria como sonidos
que le inspiran o recuerdan paz, armonía y amor.
El
doctor Bertrand narra la siguiente experiencia: cada día a partir del 7º mes de
embarazo un bebé escuchaba la misma música y los sonidos grabados de la voz de
su padre vía vaginal a través de un emisor de sonidos. El día del parto la
mujer escuchaba los mismos fragmento de música en el momento de le expulsión,
el padre se dirige con su voz al niño que está naciendo y según el testimonio
del doctor Bertrand sucede que el recién nacido está extraordinariamente
calmado, no llora, parece escuchar y pasa sin miedo de su medio acuático al
medio aéreo, todavía desconocido.
La
voz del padre juega un rol de transición, de guía y de reconocimiento, y le
sugiere al bebé un “recuerdo” de lo conocido que asocia a una situación de
bienestar, la misma que conocía mientras aún estaba en el vientre de la madre
envuelto en el calor y la humedad del vientre, lo conocido; el bienestar , que
en definitiva es la seguridad de lo conocido, “un recuerdo amoroso”.
El
doctor Verny descubrió que el bebé, mientras está en el vientre, posee un potencial neurológico, lo que nos permite
hablar de una rudimentaria forma de conciencia, como hemos visto, por tanto, el
inicio del pensamiento y el recuerdo comienzan en el útero, como avala el
doctor Mortimer Rosen, quien afirma que los ciruitos neuronales del cerebro
están tan adelantados como los que tiene el recién nacido para prestar atención
o discriminar lo nuevo de lo conocido.
El
doctor Dominik Purpura quien trabajó con cerebros de fetos de distintas edades
concluye que el córtex del cerebro humano, que es la base del pensamiento,
forma la estructura necesaria para un aprendizaje intermitente entre las semanas
28 y 32 del desarrollo.
Conociendo
que el feto oye, escucha, piensa y recuerda, nos tenemos que hacer el siguiente
planteamiento:
¿Puede
ser que el bebé pueda aprender mientras está en el útero?
¿sería
esto beneficioso para su desarrollo?
No
hay una opinión unánime a este respecto en la comunidad científica, pero la
respuesta más general de algunos científicos dice “no” a la creación de grandes genios; puede
resultar peligrosa la sobre estimulación que podría ser regresiva en otros
campos y que en definitiva no tiene porqué estar vinculado con el mayor
bienestar de ese niño cuando sea adulto.
Si
bien probablemente el exceso de estimulación puede ser negativo, no olvidemos
que “Si” necesita el mayor y mejor alimento mientras se encuentra de viaje por
el mar amniótico, del apoyo en su aprendizaje y, como, anteriormente hemos
visto, de la protección de su entorno emocional para un mayor nivel de salud,
por tanto tan perjudicial puede ser una sobre estimulación sensorial como una
estimulación deficitaria, lo que acusaría después de su nacimiento siendo en
general un niño hipotónico, “blando”, que carecerá de adecuadas respuestas
nerviosas y también posiblemente presentará de un claro retraso en la
adquisición de los mecanismos básicos de aprendizaje e interiorización, en
definitiva un retraso madurativo y evolutivo, que en cualquier caso se puede
evitar.