El Vínculo
se establece y se nutre desde el principio del viaje y no puede aparecer si la mamá no lo establece
La primera unión entre madre e hijo
fuera del vientre es un momento clave en el que el bebé necesita seguir
sintiendo la seguridad y el amor de su mamá en momentos tan novedosos y
difíciles para él
El Vínculo que se establece después
del nacimiento, entre la mamá y el bebé, está definido por el vínculo que se
estableció durante la gestación
El vinculo afectivo
El vínculo posterior al nacimiento
entre madre e hijo, en realidad, no es más que una continuación de un proceso
vinculante que comenzó mucho antes, en el útero, apoyándose en un sistema de
comunicación establecido en una etapa del embarazo. Lo que sucede después de
nacimiento es un elaboración delo que ocurrió antes de éste.
La capacidad del bebé de dar
respuesta a los abrazos, caricias y miradas y otras indicaciones de la mamá, se
basa en las numerosas experiencias y en el largo conocimiento que de ella ha
tenido durante el viaje de nueve meses, antes de nacer.
El mejor
período para el vínculo extrauterino son las horas y los días inmediatos al
parto y para el vínculo intrauterino, los tres últimos meses de embarazo, y
sobre todo los dos últimos, ya que a estas alturas, el niño está física e intelectualmente lo
bastante maduro como para enviar y recibir mensajes muy completos.
El vínculo intrauterino no se produce
automáticamente: para que funcione es preciso la mayor conexión de amor hacia
el niño y comprensión de los propios sentimientos. Esta combinación da
seguridad al bebé y compensa las perturbaciones emocionales que la mamá pueda
vivir durante el embarazo, a las que todos somos propensos en nuestra vida
cotidiana. “El bebé no puede establecer
el vínculo por su cuenta. Si la madre se cierra emocionalmente, el bebé no
puede establecerlo por sí mismo, unívocamente”.
Las principales enfermedades
psicóticas como la esquizofrenia en la madre, generalmente imposibilitan el
vínculo y esto constituye una de las causas por la cuales los hijos de madres
con estos problemas presentan una tasa elevada de problemas emocionales y
físicos.
Las circunstancias emocionales que la
madre viva durante el embarazo,
repercuten directamente en la configuración emocional de la criatura
durante el resto de su vida. El hecho de
que un bebé sea propenso a cólicos, sea caprichoso, irritable o llore mucho
continuamente, tiene que ver directamente con importantes trastornos
emocionales en el útero.
Determinadas reacciones físicas y
hormonales continuas de la madre, configuran el futuro de la criatura durante
el resto de su vida.
El firme vínculo intrauterino es la
protección fundamental del niño contra los peligros e incertidumbre del mundo
exterior y sus efectos van más allá del
período uterino. Todo lo que surge después del nacimiento, gira en torno a lo
que sucedió antes del nacimiento, por lo cual es tan imprescindible que la
madre conozca y sea capaz de ofrecer a su hijo las mejores experiencias de
bienestar y amor y un desarrollo del bebé en armonía.
La conexión con el bebé se
materializa a través de tres canales:
El primero es el
fisiológico. En
cualquier caso una madre es la encargada de alimentar y permitir y estimular el
desarrollo físico, emocional e intelectual de la criatura en proceso. Una madre mal alimentada
y nutrida emocionalmente no puede ofrecer más que un insuficiente desarrollo
para la criatura
A través de la sangre de la madre se mutre el bebé. No
solamente el alimento físico forma parte de la nutrición del hijo sino que un
desarrollo completo debe de tener en cuenta el enriquecimiento del mundo
afectivo, la información del exterior del mundo que se va a encontrar cuando
nazca a través de sus sentidos y el mayor desarrollo de su cerebro, fomentando
el funcionamiento de sus neuronas.
Una mamá con
dificultades emocionales aportará una calidad de alimento inadecuada, por
ejemplo, la madre que tiene dificultades con su marido y sufre constantemente
episodios donde se produce malestar psíquico, permite que a su torrente
sanguíneo afloren sustancias químicas que su propio organismo produce,
haciéndose presente determinadas hormonas, como la adrenalina, que la criatura
va a recibir como alimento a través del cordón umbilical.
Las experiencias
vividas y registradas en el cerebro del bebé durante su formación, quedarán
registradas también para su futuro, determinando marcas en su carácter y en su
personalidad.
El segundo es la vía
conductista.
Cualquier experiencia que la madre ofrezca supondrá un aprendizaje para la
criatura, por ejemplo, un niño patalea en el vientre de la madre cuando está
incómodo, asustado, ansioso o confundido, ante lo cual la madre se frota el
vientre en un ademán tranquilizador. Esa acción recibida por el bebé como una
señal de seguridad, le crea bienestar y terminará siendo una conducta asociada
al afecto , al amor.
El bebé aprende en el
vientre.
El tercero es la
comunicación simpática. Tiene que ver con los anteriores pero es mucho más amplio y profundo.
Por ejemplo, en un niño nacido en China la tasa de llanto es mucho menor que un
niño nacido en Europa por un efecto cultural, ahora bien, ¿cómo la criatura
puede comportarse como espera su cultura? La respuesta está en la comunicación
simpática entre madre e hijo.
Todas las emociones que
la mamá experimenta contienen una dimensión simpática, es decir, el niño, en
alguna medida, las experimentará también. Sensaciones como el miedo o la
ansiedad o la ilusión o la alegría, son vivenciadas por el niño y pararán a
formar parte de las grabaciones de su cerebro y con determinadas repercusiones
en su desarrollo posterior.
Ninguno de los
conocimientos e investigaciones sobre el cuerpo humano pueden explicar porqué
esos sentimientos afectan al bebé
El éxito o fracaso o el fracaso del
vínculo antes del nacimiento, al igual que el vínculo después de éste, lo
decide la madre. Tiene que aprender a prestar más atención a los mensajes que
envía a su hijo y a los que éste le transmite. Y esto requiere un aprendizaje
de conocimientos por parte de la madre, de las rutas a través de las cuales se
comunican y el conocimiento de los mensajes que recorren dichas rutas. También
requiere una buena disposición para oír: su hijo tiene mucho que decir y se le
debe prestar atención.
El trabajo terapéutico durante la
gestación es la mejor herramienta
para crear,
facilitar, fomentar y alimentar el vinculo, y la música es otra herramienta
facilitadora y de gran poder para conseguir el desarrollo más armonioso de la
criatura, rodeada de un universo de paz y amor.
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