7 ago 2012

Canción Infantil: El Pollito


3 Articulo Musicoterapia


LA PERCEPCION SONORO-MUSICAL:
QUÉ OYE Y CÓMO OYE EL BEBÉ


Los niños dentro del vientre, además de las sensaciones de tensión y relajación, movimiento y reposo, atienden a también a otro tipo de estímulos, los sonoros.

La audición es el único sentido que se desarrolla totalmente antes del nacimiento del bebé; dentro del útero no puede ver ni oler, ni tocar diferentes texturas ni sentir los cambios de temperatura externa., pero si tiene la anatomía del oído perfectamente diseñada y acabada por poder utilizarla a partir del quinto mes de desarrollo.

Es a través de los sonidos como el feto recibe una información más rica y variada tanto del universo acuático que le rodea como del mundo exterior.
La audición se puede estimular, y podremos tener bebés que desarrollen aprendizajes antes y con mejor capacidad mental de relacionar y de asociar, por ejemplo de asociar melodías a estados vividos en el vientre, fijar la atención antes, reconocer voces, y no solo las de los padres, aprendizajes que le van a preparar en mejores condiciones para la llegada al mundo sonoro exterior, lo que podemos valorar cuando tras el nacimiento los pabellones auriculares y el sistema quedan libres de las sustancias que lo recubren y observamos como el bebé detecta presencias sonoras, orientando la cabeza y tendiendo los ojos hacia la fuente de sonido, prefiriendo las voces humanas y especialmente la voz de su mamá a la que está acostumbrado.

El oído es un órgano complejo que está compuesto de tres partes:

La parte externa, que está formada por el pabellón auricular y que se forma a los 25 días y el conducto auricular que se termina de formar hacia el final de la gestación, y que está ocupado por secreciones sebáceas y que determinarán la manera de oír del bebé dentro del vientre

El oído medio, que es el que recibe la onda sonora y la transmite y que está compuesto por un sistema de huesecillos en cadena. La mayor parte de este sistema está terminado a los 38 días de gestación.

El oído interno está compuesto de dos partes, el vestíbulo que es el encargado del equilibrio y que está formado a partir de la 5ª semana y el caracol que es el órgano encargado de la audición y donde está alojado el nervio acústico formado por “pelos auditivos” que forman el órgano de Corti y que son los encargados de transformar las vibraciones sonoras en impulsos eléctricos que llegan al cerebro, donde se integran las sensaciones auditivas y las transforma en percepciones reconocidas ,analizadas y juzgadas.

Al tercer mes empieza la inervación del oído interno y su maduración continúa hasta el sexo mes. Es en la semana 18, cuando el sistema está absolutamente terminado y operativo.

El bebé reacciona a las estimulaciones auditivas a partir de la semana 26ª pero percibe las sensaciones a partir de la semana 8ª.
Al principio del desarrollo no percibe los sonidos por su sistema auditivo sino que la percepción es táctil y global, pues las vibraciones “masajean” todo el embrión. Es en estos momentos cuando el bebé siente que la voz de la madre y el latido del corazón, le da seguridad, la presencia y el calor humano.

A pesar de que la escucha fetal se desarrolla en un medio acuático diferente al medio aéreo del exterior del vientre, recibe mucha información; al 6º mes, el órgano auditivo está completo, a excepción de las estructuras que se unen al sistema nervioso central.

Al 7º mes de gestación, un ruido inesperado o violento provoca un sobresalto en la criatura que le hace agitar sus miembros y se le acelera el corazón. Los dos hemisferios cerebrales se expanden muchísimo y se forman seis capas de circunvalaciones cerebrales y ya están presente en el bebé los reflejos de succionar, asir, movimiento al ritmo de la música y muestra preferencias musicales.

Durante el 7º mes se considera maduro el sistema nervioso central, ya hay una gran multiplicación de neuronas, se ponen en marcha la actividad enzimática y se avanza en la mielinización de las fibras nerviosas.

La audición del bebé en esta etapa es a través del oído, aunque la percepción es global. El feto percibe los sonidos por el oído, unos sonidos deformados, claro está, donde las palabras no son entendibles , pero si identificables , unos ruidos, unas voces que se van haciendo familiares o que pueden desconcertar y que constituyen su primer entorno sonoro. El bebé no solo se habitúa a los sonidos, sino que además los reconoce,
incluso después del nacimiento, tanto es así que en medio de todos esos sonidos que le rodean, al escuchar la voz de la madre, su timbre le transmite amor, afecto, seguridad y emoción. Esto es lo que más necesita para sentirse bien.

Hemos visto que el feto puede oír y reaccionar a los estímulos sonoros que provienen del exterior, pero ¿cómo oye la voz de su madre? ¿Es capaz de escuchar la música que ella escucha?

Cuando una madre embarazada se pone a escuchar música con los auriculares con la intención de que también la escuche su hijo, se produce una impresión de complicidad, la de estar juntos escuchando música.
Algunos investigadores valoran esta experiencia únicamente en el sentido que la madre se relaja y entra en comunicación con su hijo, lo cual ya es altamente positivo.
Otros investigadores como el doctor Alfred Tomatis ha demostrado que una de las mejores vías de conducción del sonido es la vía ósea, en particular la columna vertebral, puente vibrante que une la laringe y la pelvis. El doctor Tomatis habla de que durante el embarazo se refuerza la verticalidad de la mujer; el vientre pesa y empuja hacia abajo lo que hace a la voz de la madre se más rica en armónicos. Al vibrar la laringe, la columna vertebral reacciona como la cuerda de un arco y la pelvis se convierte en una enorme caja de resonancia, por lo tanto la percepción de la voz de la madre se realiza a través de todo el sistema de huesos que conectan la parte superior de nuestro cuerpo con la inferior, donde se encuentra el feto. La cóclea, alojada en el oído interno, a través de su sistema de huesecillos, captan la vibración y la transmiten.

El hecho de que el bebé tenga habilidades demostradas para reaccionar ante su entorno a través de los sentidos, en especial de la audición, muestra que está en posesión de los requisitos básicos para el aprendizaje, el tremendamente interesante y estimulante aprendizaje intrauterino

6 ago 2012

Cuento: La aventura del agua

Un día que el agua se encontraba en su elemento, es decir, en el soberbio mar sintió el caprichoso deseo de subir al cielo. Entonces se dirigió al fuego:
-Podrías tú ayudarme a subir mas, alto?
 
El fuego aceptó y con su calor, la volvió más ligera que el aire, transformándola en sutil vapor.
 
 El vapor subió más y más en el cielo, voló muy alto, hasta los estratos más ligeros y fríos del aire, donde ya el fuego no podía seguirlo. Entonces las partículas de vapor, ateridas de frío, se vieron obligadas a juntarse apretadamente, volviéndose más pesados que el aire y cayendo en forma de lluvia.
 
 Habían subido al cielo invadidas de soberbia y fueron inmediatamente puestas en fuga. La tierra sedienta absorbió la lluvia y, de esta forma, el agua estuvo durante mucho, tiempo prisionera del suelo y purgó su pecado con una larga penitencia.

4 ago 2012

Inglés: Clase 2 - NÚMEROS lesson 1

Hoy os traemos los números desde el 0 hasta el 10 en vídeo




0 Zero
1 one 
2 two 
3 three 
4 four 
5 five 
6 six 
7 seven 
8 eight 
9 nine 
10 ten 

3 ago 2012

2ª Clase de Musicoterapia: EL VINCULO


El Vínculo se establece y se nutre desde el principio del viaje y no   puede aparecer si la mamá no lo establece

            La primera unión entre madre e hijo fuera del vientre es un momento clave en el que el bebé necesita seguir sintiendo la seguridad y el amor de su mamá en momentos tan novedosos y difíciles para él

                  
            El Vínculo que se establece después del nacimiento, entre la mamá y el bebé, está definido por el vínculo que se estableció durante la gestación


El vinculo afectivo

El vínculo posterior al nacimiento entre madre e hijo, en realidad, no es más que una continuación de un proceso vinculante que comenzó mucho antes, en el útero, apoyándose en un sistema de comunicación establecido en una etapa del embarazo. Lo que sucede después de nacimiento es un elaboración delo que ocurrió antes de éste.
La capacidad del bebé de dar respuesta a los abrazos, caricias y miradas y otras indicaciones de la mamá, se basa en las numerosas experiencias y en el largo conocimiento que de ella ha tenido durante el viaje de nueve meses, antes de nacer.
            El mejor período para el vínculo extrauterino son las horas y los días inmediatos al parto y para el vínculo intrauterino, los tres últimos meses de embarazo, y sobre todo los dos últimos, ya que a estas alturas, el  niño está física e intelectualmente lo bastante maduro como para enviar y recibir mensajes muy completos.
El vínculo intrauterino no se produce automáticamente: para que funcione es preciso la mayor conexión de amor hacia el niño y comprensión de los propios sentimientos. Esta combinación da seguridad al bebé y compensa las perturbaciones emocionales que la mamá pueda vivir durante el embarazo, a las que todos somos propensos en nuestra vida cotidiana. “El bebé no puede establecer el vínculo por su cuenta. Si la madre se cierra emocionalmente, el bebé no puede establecerlo por sí mismo, unívocamente”.
Las principales enfermedades psicóticas como la esquizofrenia en la madre, generalmente imposibilitan el vínculo y esto constituye una de las causas por la cuales los hijos de madres con estos problemas presentan una tasa elevada de problemas emocionales y físicos.
Las circunstancias emocionales que la madre viva durante el embarazo,  repercuten directamente en la configuración emocional de la criatura durante el resto de su vida.  El hecho de que un bebé sea propenso a cólicos, sea caprichoso, irritable o llore mucho continuamente, tiene que ver directamente con importantes trastornos emocionales en el útero.  Determinadas  reacciones físicas y hormonales continuas de la madre, configuran el futuro de la criatura durante el resto de su vida.
El firme vínculo intrauterino es la protección fundamental del niño contra los peligros e incertidumbre del mundo exterior y sus efectos van más allá  del período uterino. Todo lo que surge después del nacimiento, gira en torno a lo que sucedió antes del nacimiento, por lo cual es tan imprescindible que la madre conozca y sea capaz de ofrecer a su hijo las mejores experiencias de bienestar y amor y un desarrollo del bebé en armonía.
La conexión con el bebé se materializa a través de tres canales:
El primero es el fisiológico. En cualquier caso una madre es la encargada de alimentar y permitir y estimular el desarrollo físico, emocional e intelectual de la  criatura en proceso. Una madre mal alimentada y nutrida emocionalmente no puede ofrecer más que un insuficiente desarrollo para la criatura
A través de  la sangre de la madre se mutre el bebé. No solamente el alimento físico forma parte de la nutrición del hijo sino que un desarrollo completo debe de tener en cuenta el enriquecimiento del mundo afectivo, la información del exterior del mundo que se va a encontrar cuando nazca a través de sus sentidos y el mayor desarrollo de su cerebro, fomentando el funcionamiento de sus neuronas.
Una mamá con dificultades emocionales aportará una calidad de alimento inadecuada, por ejemplo, la madre que tiene dificultades con su marido y sufre constantemente episodios donde se produce malestar psíquico, permite que a su torrente sanguíneo afloren sustancias químicas que su propio organismo produce, haciéndose presente determinadas hormonas, como la adrenalina, que la criatura va a recibir como alimento a través del cordón umbilical.
Las experiencias vividas y registradas en el cerebro del bebé durante su formación, quedarán registradas también para su futuro, determinando marcas en su carácter y en su personalidad.
El segundo es la vía conductista. Cualquier experiencia que la madre ofrezca supondrá un aprendizaje para la criatura, por ejemplo, un niño patalea en el vientre de la madre cuando está incómodo, asustado, ansioso o confundido, ante lo cual la madre se frota el vientre en un ademán tranquilizador. Esa acción recibida por el bebé como una señal de seguridad, le crea bienestar y terminará siendo una conducta asociada al afecto , al amor.
El bebé aprende en el vientre.
El tercero es la comunicación simpática. Tiene que ver con los anteriores pero es mucho más amplio y profundo. Por ejemplo, en un niño nacido en China la tasa de llanto es mucho menor que un niño nacido en Europa por un efecto cultural, ahora bien, ¿cómo la criatura puede comportarse como espera su cultura? La respuesta está en la comunicación simpática entre madre e hijo.
Todas las emociones que la mamá experimenta contienen una dimensión simpática, es decir, el niño, en alguna medida, las experimentará también. Sensaciones como el miedo o la ansiedad o la ilusión o la alegría, son vivenciadas por el niño y pararán a formar parte de las grabaciones de su cerebro y con determinadas repercusiones en su desarrollo posterior.
Ninguno de los conocimientos e investigaciones sobre el cuerpo humano pueden explicar porqué esos sentimientos afectan al bebé
El éxito o fracaso o el fracaso del vínculo antes del nacimiento, al igual que el vínculo después de éste, lo decide la madre. Tiene que aprender a prestar más atención a los mensajes que envía a su hijo y a los que éste le transmite. Y esto requiere un aprendizaje de conocimientos por parte de la madre, de las rutas a través de las cuales se comunican y el conocimiento de los mensajes que recorren dichas rutas. También requiere una buena disposición para oír: su hijo tiene mucho que decir y se le debe prestar atención.
            El trabajo terapéutico durante la gestación es la mejor herramienta
para  crear, facilitar, fomentar y alimentar el vinculo, y la música es otra herramienta facilitadora y de gran poder para conseguir el desarrollo más armonioso de la criatura, rodeada de un universo de paz y amor.